Masculinidad y Feminidad en un Frasco. Cultura y Violencia en el Discurso de las Organizaciones Sociales.

Ninguna palabra es casual, nos remite a formas de pensar, sentir y vivir. El lenguaje que describe objetos, lugares o personas, resume características, valores, sentimientos y conductas asociadas a la masculinidad.

El lenguaje actual sobre masculinidad es una expresión de la construcción social que se muestra en los símbolos y en los códigos inspirados desde los procesos de enseñanza aprendizaje. En el proceso de construcción social del simbolismo masculino en torno al uso de la fuerza, la superioridad, la lealtad y la virilidad se llega a una forma de violencia que toma distintas expresiones.

Revisando la historia se ve la expresión de un modelo cultural que legitima la demostración de fuerza y el valor de la masculinidad en los distintos niveles a tal punto de legitimar una clase política masculina que responde a éste modelo.

En Honduras al igual que en los países de Centroamérica, con sus respectivas particularidades, han sido sociedades construidas en el marco de conflictos sociales y políticos en algunos casos conflictos revolucionarios con profundos impactos sociales, económicos y estructurales, la muerte, el dolor y el miedo promovidos por una lógica masculina.

Por su parte la mujeres son cualificadas y calificadas como nobles, generosas, memorables, indefensas, solidarias, gentiles, tenaces, protectoras. Denotando al final una búsqueda de sentido aún en las situaciones límites generados por un contexto de violencia política.

La transformación es entonces un reconocimiento de las situaciones que predominan en hombres y en mujeres como detonante de una cultura en constante trasformación de los elementos simbólicos que podrían estar operando en la percepción de la realidad masculina o femenina que buscan auto afirmarse y en el que los otros varones son los enemigos y la mujer imagen de la madre donde opera la visión de lo femenino.

Esta situación que se describe es la que debe llevarnos a hombres y mujeres a la construcción de otras visiones de si mismo como hombres y de las mujeres como ciudadanas y la búsqueda de la reivindicación de la política transformadora desde lo interno y la espiritualidad particular de cada uno.

La dispersión y la falta de cohesión sigue siendo un importante desafío que pasa por superar las diferencias más allá de la lógica de las organizaciones y las diferencias de visiones en cuanto al rol del hombre y de la mujer, basta ver la lucha en donde muchas veces en la historia ha sido abanada por los hombres y asumida por las mujeres y en ese sentido la lógica de las “autoridades políticas o militares o de las empresas” pensadas sus estrategias desde lo masculino fracasa ante la lógica de la visión de las mujeres.

En síntesis el reto de construir una modernidad política en el contexto actual es o implica comprender la relación entre cultura y política y la construcción simbólica de la masculinidad o feminidad en los contextos de violencia política para des construir una política fundada y regida por códigos masculinos y construir una política que trascienda la bipolaridad de los géneros. Esto último va más allá del incremento de la participación de las mujeres, ya que la relación entre lo femenino y lo masculino es más compleja y trasciende lo dicotómico y el sexo.

 

 

 

 

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